20091029
Objetivos Cumplidos
20091014
20090820
20090812
Estados-de-ánimo.
20090807
- Daniela, he de irme.
No dijo nada. Se deslizó por encima de las sábanas y se puso en pie, sin ganas. Le miró, pálida, vacía, sin expresión.
Rota.
Y cuando él se acercó para rozar sus labios ella dio un paso atrás. Y cuando él extendió su mano para rozar su pómulo se dió la vuelta. Y cuando él suspiró con lágrimas en los ojos y cerró la puerta tras de sí para no volver jamás, ella cayó al suelo y se quedó allí, desmadejada y deshecha.
El tiempo pasó. Y con él amainó el dolor, volvieron a iluminarse los amaneceres, y creyó que había superado ese tiempo. De lo que Daniela no se daba cuenta era de que no había vuelto a ver la cara de nadie desde que él grabó la suya en su cabeza. De que hacía mucho que no salía a pasear por la calle acompañada por alguien. Y de que no escuchaba música, nunca. Que la música y los libros eran su vida y ahora se había olvidado de ambos. No había respirado profundamente desde ese triste amanecer de abril, y no había deleitado a nadie con su verdadera sonrisa desde que se había enterado de que tarde o temprano él tendría que marcharse.
Una mañana, se dio cuenta de que tenía ganas de algo. Se puso un vestido ligero y bajó a dar un paseo, mañanero, de los que a ella le solían gustar. De repente, le vino a la mente los enredos de aquella noche y como amaneció bañada en tristeza, y se dio cuenta de que aquella madrugada había perdido todo lo que a ella le hacía respirar.
Y sintió frío.
20090802
Báilame el agua.
Úntame de amor y de otras fragancias de tu jardín secreto.
Sácame de quicio, hazme sufrir...
Ponme a secar como un trapo mojado.
Lléname de vida, líbrame de mi estigma.
Llámame tonto. Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora.
No me arrastres, no me asustes.
Vete lejos... Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo. Toca mis ojos, nota la textura del calor.
¿Por cuánto te vendes?
Píllate los dedos y deja que te invite a un café.
Caliente claro. Y sin azúcar...
Sin aliento.
20090714
20090710
Su vida.
Se sentaba en el sitio de siempre, el suelo de la octava puerta contando desde el principio del tren de las diez, que solía ir lleno hasta arriba de gente que volvía de trabajar, gente que volvía de estar con amigos y gente para la que ahora empezaba su día a día, o noche a noche. Pero ninguna de estas descripciones encajaban para ella.
Ella volvía de estar sola. De pasear por el Madrid más recóndito, tumbarse en callejas por donde la gente no pasaba incluso por miedo, y esquinas oscuras que guardaban los más antiguos secretos en sus paredes.
Le encantaba pasear, sobre todo por aquella ciudad que escondía tantas historias. Se volvía loca memorizando aceras con los pies, viendo caras anónimas e imaginando vidas. Sí, miraba a alguien y según su expresión intentaba adivinar que le esperaría en casa, o hacia dónde iba, los problemas que tenía o si había alguien que estaba pensando en ella o él en ese preciso momento. Le entristecía ir sola, no tener alguien con quien reír e imaginar esas vidas anónimas, pero intentaba no pensar en ello. Cuando veía parejas felices paseando juntos, sosteniéndose el uno al otro, los ojos se le llenaban de lágrimas. Pero no de celos, o de tristeza... Bueno, quizá por un poquito de tristeza; Pero en realidad lo que a ella le hacía lagrimear era la emoción y la felicidad de ver que el amor no había muerto ni por aquellos sitios, que el afecto, la confianza y el respeto seguían entre esas lúgubres paredes.
Salía cuando notaba que algo había cambiado en su vida. Si estaba contenta por algo y de repente se sentía triste sin saber por qué, se iba y no dejaba que sus ojos se empañaran hasta estar segura de que nadie podía molestarla o intervenir en su improvisada tristeza, después, se dejaba llevar. Caminaba sin rumbo, durante horas, y se sentaba en las aceras a escuchar, y cerraba los ojos suavemente intentando memorizar el olor de aquellas tardes de otoño, frescas y con viento, el ruido de las hojas secas bajos sus pies y al caer, cuando las rozaba el viento y se oía una canción preciosa solo con esos sonidos. Adoraba los días de otoño, cuando anochecía temprano y el aire fresco le rozaba las mejillas y la hacía estremecer. Notaba que sus Pestañas Negras se movían y el viento le cortaba las orejas y el pelo bailaba al son de la música de las hojas secas.
Esa era su vida, su rutina, y aunque no era perfecta, a ella le gustaba.
Buscando mi destino, viviendo en diferido;
me vuelvo duro como una roca,
si no puedo acercarme
ni oír
los versos que me dicta esa boca;
y ahora que ya no hay nada,
ni dar
la parte de dar que a mi me toca...
20090708
Nieve.
El tiempo pasó y, con él, se llevó situaciones, sentimientos y pasiones. A menudo ella recuerda que vivió el más bonito amanecer de todos los tiempos con la persona que más llegó a querer en la vida, y susurra al aire:
20090619
Despedidas.
¿Sabéis? Aún me acuerdo de cada detalle, de la primera tarde que pasé con vosotros, todas las tardes siguientes, vuestros gestos, olores, nuestra compenetración.
Me acuerdo de las dos personas que se sentaban justo delante nuestro, esa increíble y protectora torre, un pilar de sujección. Y de el esmirriado chico de la coletilla que tanto me ayudó y me sigue ayudando en los peores momentos.
Los dos de detrás eran un caso; O se amaban como nadie, o discutían a todas horas, y solía coincidir en clase de sociales, las más. Eso sí, cuando la pequeña tenía un problema, ellos lo hacían desemarse en cuestión de minutos, se desvivían por hacerme sonreír, y me querían.
A dos mesas de distancia por delante, teníamos dos animalitos preciosos... Una mapache, más conocida como cosita gótica achuchable, y un tortuguita rubia, los dos gigantes. Se podía decir que ellos estaban siempre, aunque no te percataras de su presencia, me encantaban y lo siguen haciendo.
En la clase de al lado, había algunos betas perdidos también, que me hacían sonreír en los peores momentos, y en el edificio de al lado se encontraba el ser más cariñoso y más encantador que podías conocer, aquel que se ha acordado de mi tantas tardes y que me ha contado tantos problemas.
20090616
20090607
Malos tiempos.
20090603
Hoy no quiero que me digas que todo va bien, que vamos a seguir adelante y que acabaremos por remontar.
Hoy no quiero que aparezcas en mi puerta y que me digas que esto va a acabar.
Porque,
¿sabes cual es la verdad?
La verdad es que nada va a ir bien, y nunca va a acabar. Siempre, irrevocablemente,
volverá.
Siempre, siempre, permanecerá.