20090708

Nieve.

Amanecía como cualquier otra mañana. El sol cegaba los pájaros y los árboles se desperezaban. El reflejo de la luz sobre la nieve parecía que destellaba diamantes y, sobre ella, se adivinaban dos figuras, bailando al ritmo de sus corazones. Podía ser el amanecer más frío de la temporada, podían ser las seis de la mañana, pero para ellos no existía otra cosa que no fuese el uno y el otro.

El tiempo pasó y, con él, se llevó situaciones, sentimientos y pasiones. A menudo ella recuerda que vivió el más bonito amanecer de todos los tiempos con la persona que más llegó a querer en la vida, y susurra al aire:
-A veces aún bailo bajo la nieve.

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