- ... El estar con
una persona, o con varias. El acostumbrarse a su presencia, a sus gustos, a sus
cualidades y defectos. Tú sabes que nunca te ha gustado... No sé, el cola-cao.
Los grumitos te parecen lo peor del universo, ¿vale? Bien. Tú vives con ello,
te gustan muchas otras cosas. Pero un día cualquiera, esa persona te recuerda
cuánto le gusta el cola-cao y sin darte cuenta se te apetece. Y no le das
importancia, claro, ¡vaya tontería! Pero otro día, mucho después de esa
conversación, te ves estudiando y dices, tengo sed; me apetece un cola-cao. Y
te lo preparas, y ves esos grumos que tanto asco te daban. Te llevas uno a la
boca, lo explotas entre la lengua y el paladar y te sabe bien. Incluso te
gusta. Mucho. Sigues estudiando y el cola-cao se te acaba, y para tu sorpresa,
casi inconscientemente, vas a la cocina a por más y te preparas otro vaso, esta
vez más lleno. Y mientras estás estudiando ves una frase en tu libro de
literatura que te llama la atención: ''El poeta insta también a la
fusión amorosa plena entre los amantes que implica la destrucción, la muerte,
el vivir transformado en otro.'' Vicente Aleixandre. Y miras el
cola-cao y piensas, «Por Zeus, se tienen que juntar todas las casualidades en
el mismo momento.» Que vaya, lo que te digo. Que no sé si me importa o no, pero
es lo que hay. Y, qué quieres que te diga, nunca estuve hecha para éstas
gilipolleces.
20120911
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