Tic; tac.
Tic; tac.
Tic; tac.
Tic; tac.
Pero hoy, más que nunca, creo que podrían ser los últimos.
Quizá sea verdad y nos traiga fortuna.
Vivía con la esperanza de no tener que ser presa de los segundos ni del tiempo, hasta hace poco. Todos, y no se salva nadie, pasamos a ser sus vasallos. Y, más aún, cuando no somos presos del tiempo propio, sino del de la persona amada.
Y tratas de apartar “el final” de tu mente con excusas tan pobres como desesperadas:
- No estamos preparadas
- Somos muy jóvenes para sufrir así
- No se lo merece
- No ha hecho daño a nadie
Etcétera.
Tic; tac.
Tonterías.
La naturaleza está cansada de historias milagrosas con final feliz; quizá por ello sea que usa tanto al azar. Por mucho que grite, que llore, que suplique o me ofrezca como sacrificio humano, pasará lo que tenga que pasar. Pero, aún sabiendo esto, seguimos gritando, llorando… Suplicando.
Tic; tac.
No hay vuelta atrás. Los tictac no vuelven, son definitivos.
No cambian.
Y te das cuenta de que…
Estás a punto de conocer la diferencia entre vivir… Y existir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario