20100908

Miedo. Miedo que me desgarra, que me ahoga, que me hace enloquecer. Miedo que me gana todos los pulsos. Miedo que me aísla del mundo real, que corta los hilos. Miedo irascible, cabrón, que me susurra que voy a perder. Que no me deja pensar… Miedo que es un eco del suyo, aún mayor. Miedo que duele; que duele de verdad, en el estómago y bajo las costillas. Que me hace hiperventilar. Que desborda las lágrimas. Que hace que mi piel se ponga de gallina. Que no me deja dormir. Que se come mi hambre y las ganas de caminar. MIEDO, con mayúsculas. Miedo agonizante. Que no se deja engañar por nada ni nadie. Miedo por la persona adorada. Miedo que te marea y te lleva al fondo. A la oscuridad. Ése que hace que la cabeza te de vueltas y te hace abrazar la almohada. Miedo que te hace enmudecer y llorar, que hace que supliques y solloces en silencio. Miedo que nadie más que tú entiende.

Miedo que, sin embargo, deja pasar un rayito de esperanza. De confianza. De luz…

De su luz.

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